Resulta abrumadora la cantidad de
procesos técnicos y tecnológicos que se han desarrollado desde la segunda mitad
del siglo inmediatamente anterior; los procesos informáticos que en algún punto
del desarrollo de la humanidad se veían enfocados a esferas de lo inhumano o la
ciencia ficción, los encontramos a diario en los espacios más comunes y
cotidianos que se nos ocurran, formando ya parte de una identidad de la cual
nos cuesta mucho apartarnos.
Nuestro proceso evolutivo como
seres humanos, desde una perspectiva puramente anatómica, se encuentra
represado desde hace siglos atrás; son estas extremidades y conformación física
la mejor oportunidad que nos pudo ofrecer la naturaleza, y es así como hemos
sabido evolucionar conforme a la realidad cambiante de nuestro entorno. Sin
embargo, así como nuestra configuración anatómica se detuvo en el paso en el
que consideraba más conveniente, nuestras habilidades intelectuales son
exponencialmente mejoradas a cada nueva experiencia, tanto como individuos como
comunidad.
Los grandes logros de la
ciencia actual se deben, por supuesto a un trabajo colaborativo especifico que
nos permite enfocar esfuerzos y reunirlos en una sumatoria común que arroje
resultados muy superiores a los que se habrían conseguido de forma individual.
En diferentes campos, por supuesto, los tiempos que se manejan a sido muy
distintos, desde la ciencia, la economía, la política, la filosofía, la
religión, etc., todos los trabajos humanos se efectúan bajo la premisa de que
el mundo que tenemos no es uno que está terminado, por lo cual se busca siempre
mejorar las condiciones de vida aportando lo mejor que se tiene desde cada
aspecto para las generaciones actuales y las venideras.
El afán de progreso siempre ha
estado presente, pues los verdaderos genios de la humanidad son aquellos que
están dispuesto a invertir su mayor esfuerzo para que los seres humanos seamos
capaces de estar en paz absoluta con el entorno, con nuestros semejantes, y con
nosotros mismos. Es por esto mismo que se han invertido siglos y siglos de
evolución filosófica y socio-cultural tratando de rescatar los ápices de la
conducta humana que aún nos queda, tratando de formar personas cada vez más
humanas, que sean capaces de reconocer en el otro un semejante con iguales
derechos y obligaciones que nosotros mismos, sin ubicarnos por jerarquías ni
etiquetas, ya sea desde el derecho, la
economía, la política, la filosofía, más específicamente desde la ética.
Si bien este mismo sentido
evolucionista ha sido capaz de nutrir los esfuerzos de la humanidad tratando de
cultivar seres más racionales y de un nivel intelectual cada vez más elevado,
este mismo proceso se lleva en paralelo con áreas de la ciencia que permiten
una utilidad práctica a las mismas personas, desde una perspectiva técnica y
tecnológica, que le ayuda a simplificar las tareas del diario vivir y a
transportar su conocimiento hacia áreas esenciales de nuestro planeta, y muy
por fuera del mismo.
El desarrollo tecnológico que
se viene desarrollando a partir del siglo pasado sobrepasa por mucho el compás
de progreso que se ha marcado en cualquier capítulo de la historia humana; pues
nuevos descubrimientos se generan a diario, aumentando la perspectiva ya
limitada con la que nuestros antepasados jamás habrían soñado, adhiriendo a
este la capacidad de comunicación a la cual tenemos acceso en nuestros días.
Sin embargo en este punto vale
la pena preguntarnos ¿En realidad, nuestra forma de aplicar los avances
tecnológicos es el adecuado?
No podemos ser ajenos al hecho
de que en nuestra época sufrimos de un mal que, en lo personal, me gusta llamar
el fenómeno de la Sobrecomunicacion, pue somos bombardeados a cada instante por
montones de informaciones y datos que nos llegan simultáneamente desde diferentes
rincones del planeta, datos y elementos que de por si están cargados por la
perspectiva independiente de cada individuo, lo cual hace mucho más complejo
clasificar la información de forma inmediata.
Muy posiblemente, toda la
información que absorbemos de redes sociales como Facebook, Twitter i Instagram
no aportan en mucho a nuestra vida como seres intelectuales; tal vez en algún
nivel social tengan una funcionalidad de alguna forma considerable, pero lo que
resulta muy cierto es que seriamos capaces de vivir con igual tranquilidad y,
posiblemente, una mayor eficiencia, si se le diera una utilización mucho más
practica a dichos medios de comunicación.
No estoy apuntando al hecho de
que nuestras páginas en redes sociales deben atiborrarse de debates políticos,
económicos, dilemas éticos, investigaciones científicas, etc., porque
estaríamos recayendo en el mismo error, Sobrecomunicacion; pero dado el hecho
de que en la actualidad debemos contar con una Personalidad Virtual, no basta
con dejarle a las redes digitales aquello que únicamente no somos capaces de
expresar en nuestra vida real, sino que el ideal, sería que esta transmitiera
en el mayor grado de certidumbre posible nuestro carácter en al vida real.
Tomando esta intervención como
ejemplo, cabe resaltar que talvez nuestra forma de dar uso a los infinitos
avances tecnológicos que se nos ofrecen en la época específica en la que
vivimos, tal vez no es la más adecuada, o siempre, podríamos darle un enfoque
mucha más pragmático. Por supuesto, esta idea extrapolada a la generalidad de
las ciencias informáticas y tecnológicas no se queda atrás.
El ciudadano promedio del
Siglo XXI guarda una íntima relación con los avances tecnológicos que se
desarrollan dentro de la misma época; ya sea que haya nacido en el presente
siglo, dotándolo de una facilidad muchísimo más obvia a la hora de abordar su entendimiento
sobre procesos digitales, posiblemente derivado de una memoria funcional, o
bien que haya nacido a finales del siglo pasado, por lo cual el mismo ha sido
testigo de todo el desarrollo que acarrean las ciencias tecnológicas y
virtuales.
El objetivo común que
comparten todas las ciencias podría resumirse dentro del marco en el cual todos
buscan dar al hombre una esfera de comodidad dentro de la cual le sea su vida
mucho más útil, llevadera, y capaz de ejercer tareas cada vez con una mayor
facilidad.
SI bien este punto esta
desarrolla do con el fin de que se pueda prestar atención más íntima a procesos
o espacios que representen una igual o mejor utilidad a los seres, ya sea desde
su perspectiva individual o grupal, el tiempo que ahorramos al simplificar
estos procesos no es siempre invertido de la mejor manera.
Dado que los procesos de
desarrollo tecnológico están enfocados a facilitar la vida de la gente, vale la
pena hacer énfasis en la cuestión de hasta qué punto la maquina está llegando a
reemplazar tareas propias del hombre.
Es un hecho que a partir de la
Revolución Industrial se cayó en la cuenta de que una maquina representa una
ventaja mucho mayor, hablando desde una perspectiva económica, de lo que representa
un trabajador promedio: no necesita descanso, NO necesita salario, No formara
sindicatos y trabajara tanto como su vida útil se lo permita. Esto resulta
bastante eficiente a la hora de analizarlo desde el puno de vista económico y pragmático,
sin embargo sobra decir las incidencias que tuvieron este tipo de procesos a
nivel social.
Hoy en día la tecnología es
utilizada en nuestro diario vivir para sobrellevar procesos que normalmente nos
consumirían una cantidad considerable de esfuerzo o tiempo, por lo cual se
simplifican las tareas y nos permite enfocar nuestra atención hacia otros ámbitos
de la vida, hacia un crecimiento personal más pleno y concentrado de lo que llevaríamos
si ejerciéramos de primera mano todos los procesos que se logran solventar con
los aparatos tecnológicos.
Pero hablando desde un Ética
Aplicada, nos concierne la idea de analizar hasta qué punto dicho avance tecnológico
está en vía de inutilizar al ser humanos, arrebatándole tareas, oportunidades y
procesos que antes le eran propios.
Por supuesto, cualquiera de
nosotros es perfectamente capaz de no hacer uso de ellos; mas sin embargo,
debemos ser conscientes de que nuestra realidad actual avanza a velocidades tan
impresionantes que, para ser sinceros, nos demostraría una desventaja frente a
los demás.
Es por esto, que la humanidad debería
enfocar sus esfuerzos mucho más hacia ámbitos que generan un mayor beneficio a
la humanidad como grupo que a los intereses consumistas de las masas.
Podrán inventar cada vez
mejores televisores, celulares, sistemas de sonido, etc. Pero ese esfuerzo podría
verse mucho mejor aplicado a procesos de biotecnología, sistemas de ingeniería enfocados
a la investigación, sistemas de propulsión para viajes al espacio, procesos
investigativos en áreas de física, química biología, y haciendo un paralelo, en
las ciencias humanísticas, filosóficas y sociales.
Estamos generando un proceso
contraproducente, a la hora de crear aparatos más sofisticados con el coste de generar
humanos cada vez más inútiles.
La época en la que vivimos es
una bastante decisiva, en la que tenemos que vivir con nuestros vestigios de
humanidad en un mundo que se inclina cada vez más a deshumanizar al hombre y
digitalizar la mayoría o totalidad de sus procesos.